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Internet ha hecho que la adquisición, almacenamiento y transmisión de datos por parte de las empresas sea más fácil que nunca. Pero esta mejora en velocidad y eficiencia viene acompañada de expectativas más complejas y en ocasiones contradictorias sobre cómo se debe recabar, conservar y revelar dicha información. Consumidores, empleados y otros grupos de interés tienen a su alcance y comparten todo tipo de información relativa a hábitos, preferencias y creencias personales, datos que solíamos guardar bajo llave pero que ahora escapan a nuestro control. Las redes virtuales han transformado la naturaleza de nuestras interacciones sociales, incluidas las de las empresas con sus grupos de interés. El cambio es tan radical que los expertos advierten de la necesidad de elaborar un marco ético especial que abarque la complejidad de los fenómenos surgidos en este nuevo contexto. Este artículo aborda la ¿ética de las redes¿, una visión integrada de las cuestiones éticas asociadas a la gestión de la empresa conectada, y aboga por que los directivos las analicen detenidamente junto a los factores financieros y relacionales. Es imprescindible que hagan una valoración ética deliberada, sólida y meticulosa para entender las reivindicaciones de los grupos de interés. A partir de ahí, podrán forjar con ellos unas relaciones fructíferas basadas en la confianza.